¿Quién sufre más… La esposa o la amante?
Las estadísticas acerca de la infidelidad son
cada día más altas, la realidad es espantosamente triste, no sólo para la
esposa que muchas veces ignora el engaño del esposo, sino también para la mujer
que se aventura en una relación con un hombre casado. El sufrimiento no se
limita sólo a las esposas y a los hijos legítimos, también afecta de una manera
directa a la amante, quien al momento de iniciar una relación, cometió el gran
“pecado” de enamorarse o pensar que se enamoró del hombre que con zalamerías
supo conquistarla.
Nadie es dueño de nadie, sin embargo, cuando se enfrentan situaciones de
infidelidad, hay jerarquías que debemos respetar, es fácil caer en las redes
que se van tejiendo con nuestras acciones inconscientes e irresponsables con
nosotras mismas. Edificamos un mundo ficticio sobre bases falsas que se pueden
derrumbar en cualquier momento, o lo que es peor, que se derrumba después de
mucho tiempo,de mucho sufrimiento y lágrimas, porque enamorarse de un hombre
casado, puede convertirse para la amante en una auténtica tortura, porque nos
guste o no, la otra siempre será la amante proscrita y oculta, mientras tanto,
el hombre casado no dejará a su familia, salvo raras excepciones. Aún así, las
bases con el hombre infiel, seguirán siendo falsas, porque si ahora le es
infiel a su familia, mañana le será infiel a la amante. Nadie puede decirle a
nadie qué hacer, porque es bien sabido que cada cual tiene su propia manera de
pensar y de actuar, pero valdría la pena para la mujer amante pensar que ese
hombre que habla “tan dulcemente” tiene a una esposa y a unos hijos, una casa
que mantiene y una familia a quien le da todo, mientras con la amante lo tiene
todo sin que le cueste nada. Toda mujer tiene derecho a ser feliz, pero con
alguien que le ofrezca un hogar, que no tenga las horas limitadas para verte,
que no tenga los encuentros limitados a un espacio de algún motel o un callejón
oscuro, para encuentros en la clandestinidad.
La mujer amante o a punto de ser amante debiera plantearse si vale la
pena estar en una relación que se puede convertir en una pesadilla de la que
será muy doloroso el despertar. ¿Por qué no sopesar la situación antes de que
esta empiece? ¿Por qué no salir de ella, cuando ya se está en la misma? Sabemos
que no es fácil, pero cundo se piensa que terceras personas están sufriendo,
valdría la pena tener una charla consigo misma y plantearse algunas preguntas.
Preguntas para hacerse, como mujer
amante:
Ø
¿Soy feliz
siendo la amante?
Ø
¿Llena mi
soledad?
Ø
¿Estoy con
él por apegos?
Ø
¿Estoy
desamparada emocionalmente, aun estando con él?
Ø
¿Estoy por
conveniencia económica?
Ø
¿Espero
ganar o me dará un estatus en su vida?
Ø
¿Estoy con
él por inseguridad o cobardía?
Ø
¿Es
orgullo, o capricho?
Ø
¿Miedo o
temor de perderlo en forma definitiva?
Ø
¿Merezco
seguir siendo la otra?
Es deber de toda mujer valiente responder a esas preguntas, pero se es
mucho más valiente, cuando nos respondemos sinceramente de nosotras mismas,
todos los días tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, no te dejes vencer
por la tentación. Recuerda que por lo general, el hombre siempre hará uso de
sus artimañas para conseguir lo que quiere. Piensa que lo más importante no
está en el error cometido, sino en lo que harás para rectificarlo, ¡Piénsalo!